Dos semanas han pasado desde que abandonamos los restos humeantes de Val'Sacer, dejando atrás a nuestros seres queridos y nuestros hogares en ruinas. En el tortuoso camino hacia el noroeste, Valeria , hemos perdido a muchos compañeros de viaje. Sus nombres y rostros se desvanecen en la neblina de la memoria, pero su ausencia pesa como una losa sobre nuestros corazones, recordándonos el alto precio que hemos pagado por nuestra supervivencia.
En nuestro camino, pasamos por una aldea de Eurequia, donde los lugareños nos recibieron con miradas de sorpresa y compasión ante la desolación que reflejaban nuestros rostros cansados. Sus palabras de aliento y apoyo nos reconfortaron en nuestro viaje, recordándonos que no estamos solos en nuestra lucha por la supervivencia.
Ahora, mientras nos adentramos más profundamente de los bosques con la frontera de Valeria y las tierras de los orcos, el frío cortante de las montañas nos recuerda la dureza de nuestro destino. Pero también hay una chispa de esperanza en nuestros corazones, alimentada por el sueño de encontrar un nuevo hogar en Valeria, donde podamos comenzar de nuevo y dejar atrás las sombras del pasado.
En la vastedad desolada de las tierras heladas, nuestros pasos siguen adelante, guiados por la esperanza de un mañana mejor y la determinación de aquellos que se niegan a rendirse ante la oscuridad que amenaza con consumirnos. En cada paso que damos, llevamos con nosotros el recuerdo de los que se quedaron atrás, prometiendo honrar su memoria y encontrar un nuevo comienzo en medio de la adversidad que enfrentamos.
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